10 HÁBITOS BIEN CHILENOS QUE NOS CONDENAN A LA GORDURA
Cada vez más gordos. Así queda claro en un estudio, publicado en la revista británica The Lancet, donde la red de científicos “NCD Risk Factor Collaboration” analizó el aumento de peso en adultos de 200 países, entre 1975 y 2014. En esos 40 años los chilenos han subido 9,4 kilos; y las chilenas, 8,5. Eso nos sitúa sobre el promedio mundial, que es de 6,6 kilos en hombres y 6,3 en mujeres. Consultados cinco especialistas, éstos son los peores hábitos detrás de esta pesadísima realidad.
- Adictos al azúcar, las harinas, la mayonesa
Un pan con palta, unas papas mayo, una torta para terminar el almuerzo. Una de esas opciones, si es que no fueron las tres, posiblemente consumiste esta semana. Posiblemente también lo hiciste más de una vez. Según Fernando Vio -director de la Unidad Académica de Nutrición Pública de la Universidad de Chile-, las harinas, el azúcar y la mayonesa son los tres protagonistas más calóricos y nocivos de la dieta de los chilenos. El experto entrega cifras: son 90 kilos de pan que consume cada habitante de nuestro país por año; son 10 kilos de galletas y 2 kilos de mayonesa. Un hábito arraigado y preocupante, dice el doctor.
- Nunca decimos basta
Levantarse temprano, desayunar rápido, almuerzos apurados, un snack y otro más. El chileno, a lo largo del día, jamás se siente satisfecho con la comida. Y como un círculo vicioso, consume productos que tienen alto contenido en grasas, azúcar y sal, que alteran la percepción de la cantidad consumida y dejan una sensación de hambre permanente. El único “no puedo más” posiblemente lo pronuncia en la noche, luego de desquitarse con una cena alta en calorías, desoyendo los consejos médicos indican lo contrario: que la comida nocturna debe ser la más liviana. Alejandra Parada, directora de Nutrición en la Universidad Católica, explica que “las personas se levantan muy temprano para ir a trabajar, y muchas no toman desayuno; comen sólo tonteritas durante el día y nunca tienen conciencia de haber comido, nunca sienten saciedad”. Entonces “llega un momento en que la principal comida es en la noche, cuando están tranquilos y relajados en sus casas”, hábito que sólo acumula calorías que no pueden ser quemadas en la inactividad que sigue a la última comida del día.
- El picoteo de oficina
Sinceremos: todo lo que rodea la oficina, referido a comida, suele ser negativo para la salud. Estamos en constante búsqueda del break del trabajo y lo asociamos con algo para comer. Más bien dicho, con el picoteo que encontramos en máquinas dispensadoras, en el kiosko ambulante que se pasea por los pasillos, en el compañero que siempre tiene galletas y dulces para repartir… Ese picoteo constante y continuo que se mira con inocencia por ser en cantidades pequeñas termina siendo peor que comer algo sustancioso de una sola vez. Bien lo dice Samuel Durán, vicepresidente del Colegio de Nutricionistas: “Todo lo que está dentro de la oficina y que se expende para comer es un mal hábito”.
- Platos grandes, harta comida
Recordemos los años 80 y comparemos. Un vaso era de 200 ml; hoy son de 300 ml. Una bebida de dos litros duraba días; hoy dura sólo el almuerzo. Antes, en el cine, se vendía un envase pequeño de palomitas; hoy son baldes enormes. Antes se comía en platos medianos; hoy un plato hondo casi no cabe en el microondas. Estas son algunas de las comparaciones que hace el nutricionista Samuel Durán. Además, el experto asegura que las porciones se han ido incrementando junto con el tamaño de sus platos. Y no hay escapatoria, alerta Durán: este fenómeno no sólo ocurre en Chile, sino en el mundo entero.
- Más tecnológicos = más sedentarios
Televisores de pantallas cada vez más grandes, modernos computadores, autos nuevos, bicicletas a motor, máquinas que limpian sin ayuda humana, aparatos que cocinan solos. A veces la tecnología puede ser la excusa perfecta para no hacer nada. Ni caminar, ni mover los brazos, ni esforzarse, ni gastar energía. La nutricionista Alejandra Parada explica que “el desarrollo económico en los últimos 40 años ha generado sedentarismo, disponibilidad mayor de alimentos y que las personas puedan adquirir bienes que antes no podían”. El loop funciona así: a mayor ingresos, mayor tecnología y entonces más sedentarismo.
- La once, una obligación
El asunto funciona así: tomar un desayuno pobre, o sacar algo rápido para comer en el camino o simplemente no consumir nada a esa primera hora del día. Eso, según el doctor Fernando Vio, es una costumbre habitual entre los chilenos. Por eso el hambre se incrementa a niveles críticos entre las 10:30 y 11 horas, saciada con galletas, queques o snacks antes de almorzar. Eso, pese a todo, un chileno podría saltárselo. Lo que no perdona es la once, que según el doctor Vio, implica ingerir “más de un pan con agregados no saludables como mantequilla, margarina, jamón, embutidos, quesos y un largo etcétera”, y todo sin medir cantidades. Generalmente a eso seguirá un consumo desmedido de harinas y masas en la noche. La cifra más reveladora según Vio es ésta: un 90% de la población chilena “toma once” y sólo un 20% come un plato de comida saludable en la noche.
- Demasiado Netflix
El fiel compañero y rey del panorama en los últimos años es Netflix. Su capacidad para atrapar a fanáticos de series, documentales y películas es tan potente como las ganas de sus seguidores de zambullir sus manos en un paquete de algo calórico. El sedentarismo que provoca pasar horas en Netflix o frente a un televisor, dice el experto Fernando Vio, “es aún más preocupante los fines de semana, ya que en vez de salir a recrearse al aire libre en forma más activa”, la gente prefiere quedarse instalada con el control remoto o el mouse en la mano, olvidándose de cualquier actividad física.
- Bebida, jugo, bebida, jugo
“Tuve una reunión con gente que ve marketing de alimentos, que asocian la leche, los jugos y las bebidas al éxito”, parte diciendo el nutricionista de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad de Chile, Rodrigo Valenzuela. Según él, después de los años 80 se instaló la idea de que si te va bien en la vida, la gente se siente con la libertad de comprar jugos y bebidas a destajo. Lo mismo con el alcohol. Antes de esta época, las bebidas eran una compra para ocasiones especiales y generalmente se llevaba un litro por familia. Actualmente, dice Valenzuela, la bebida de tres litros ocupa usualmente el centro de la mesa y los niños son sus principales consumidores. Según cifras que maneja el doctor Fernando Vio, los chilenos somos “los primeros consumidores de bebidas gaseosas y jugos azucarados en el mundo”.
- La buena comida casera en el olvido
Los hábitos antiguos de comer en familia guisos tradicionales como la cazuela, la carbonada, charquicán y otras preparaciones más saludables, aunque complejas o demorosas, se han ido esfumando con los años. Hoy están siendo cambiados por atracones de carbohidratos, sobre todo en la noche que es cuando la familia está completa reunida. Si se sale a comer fuera, el asunto no mejora. Los expertos recomiendan dejar de abusar de la comida fuera de casa, que generalmente es calórica y procesada, y mejor tomarse el tiempo de cocinar platos que privilegien las verduras y que no sean desmedidos en calorías.
- A cada emoción, un bocado
Si estamos contentos, comemos. Si estamos tristes, comemos. Lo mismo si estamos estresados o eufóricos. La angustia se pasa con un chocolate; las celebraciones son con alcohol. Saber identificar lo que sentimos y diferenciarlo del hambre es algo que muy pocos hacen. Los chilenos, según la sicóloga de la Universidad Católica Olga Fernández, comemos por todo: porque tenemos pena, porque algo nos hizo feliz, porque nos bajoneamos o porque vamos recuperando el ánimo. Fernández dice que “una buena cosa es tratar de ir diferenciando los sentimientos y no ligarlos necesariamente con la comida”.
Una luz de esperanza
Los especialistas no sólo destacaron los malos hábitos. También quisieron dar salidas a esos problemas que nos tiene a todos, de una u otra manera, inmersos en la lucha contra el desorden alimentario.
1.Camine 30 minutos
Cambiar la rutina de llegada y salida del trabajo, del colegio o de la universidad puede hacer una diferencia. Fernando Vio, director de la Unidad Académica de Nutrición Pública de la Universidad de Chile, recomienda caminar 15 o 30 minutos diarios, ya sea de ida o de vuelta.
- Saque la vuelta
Probablemente a los jefes no les haga mucha felicidad un consejo como éste, pero levantarse de la silla cada dos horas puede ser una muy buena forma de evitar el sedentarismo y no estar en sentados frente a una pantalla durante tanto tiempo.
- Bienvenida fruta
Según Fernando Vio, “comemos muy pocas frutas y ensaladas” y ese hábito es uno de los primeros que hay que revertir. ¿Cómo? El picoteo de la oficina hay que cambiarlo por esos dos productos naturales. Deben ser al menos dos porciones de frutas y verduras al día, aunque lo recomendable -dice Vio- son cinco para evitar comer azúcares.
- Vuelvan legumbres
Las legumbres son necesarias para una dieta equilibrada. Fernando Vio comenta que casi han desaparecido de la dieta “con uno o dos kilos de consumo por habitante al año”. Atreverse a usarlas en distintas preparaciones, como ensalada o hamburguesas asadas al horno.
- Más pescado
Reemplazar una salchicha, un embutido, un pedazo de carne roja por pescado dos veces a la semana puede generar un cambio inmediato en nuestra salud. Según Vio, su escasa ingesta es uno de los pecados que cometen los chilenos. “La mitad del pescado que se consume en el año en el país se come en Semana Santa”, dice; y agrega que mientras en Chile se comen 90 kilos de carnes al año por habitante, el consumo de pescado anual per cápita es de apenas 7 kilos.
Fuente: http://www.latercera.com (30-03-18)