ADIÓS AL MITO DEL ESTÓMAGO QUE ENCOGE: AUNQUE SE PIERDA PESO, EL HAMBRE CONTINÚA
Los sentimientos de hambre permanente pueden obstaculizar gravemente el mantenimiento del peso saludable. Cuando se logra la ansiada pérdida de peso, el trabajo aún no ha terminado, ya que mantener un peso saludable es tanto o más difícil que llegar a perder el peso sobrante. Y en este nuevo objetivo, hay un enemigo permanente y común a casi todos los individuos, el cual explicaría por qué es tan difícil mantener dicha pérdida de peso: la sensación del hambre permanente.
Ahora, un pequeño estudio realizado en Noruega con apenas 34 pacientes, y publicado recientemente en el American Journal of Physiology, Endocrinology & Metabolism confirmaría algo que ya se sospechaba anteriormente, y que explicaría por qué a largo plazo resulta tan complicado mantener el peso perdido: el sentimiento de hambre no solo permanecerá para siempre, sino que puede ir aumentando a largo plazo.
El hambre, un gran obstáculo en la pérdida de peso
Para este trabajo, los 34 individuos con obesidad grave y un peso de alrededor de 125 kg de media se sometieron a un riguroso programa de pérdida de peso durante 2 años, el cual incluía dieta y ejercicio, el cual dio como resultado la pérdida de 11 kg de peso de media para cada participante.
Todos los participantes fueron capaces de mantener su peso durante los dos años, sin embargo, se descubrió un aumento de una hormona llamada grelina, una hormona relacionada con el apetito. Los niveles de grelina no solo aumentaron al inicio del programa de pérdida de peso, sino que dicho aumento se prolongó durante todo el estudio. Asimismo, a nivel psicológico, los sentimientos de hambre de los participantes también fueron aumentando progresivamente, sin llegar a desaparecer en todo el periodo de estudio.
De hecho, este no sería el primer estudio que detecta un aumento de esta y otras hormonas relacionadas con el apetito, aunque si sería el primero en centrarse en los sentimientos de hambre a nivel psicológico.
¿Pasta o bacón?
Según los investigadores, al inicio del estudio, los participantes calificaron sus niveles de hambre antes de una comida con una puntuación media de 53 en una escala de 0 a 100. Tras el periodo de dos años, al finalizar el estudio, los participantes calificaron sus niveles de hambre antes de una comida con una puntuación media de 73 sobre 100.
Los sentimientos de hambre y la adaptación metabólica en la pérdida de peso
Según los investigadores, sus resultados sugieren que además de centrarse en un estilo de vida saludable, caracterizado por una dieta saludable y ejercicio físico diario, los pacientes que sufren obesidad severa también deben recibir apoyo en cuanto a sus sentimientos de hambre se refiere a largo plazo.
Asimismo, cabe destacar el conocido hecho de que los cuerpos de los individuos tienden a usar la energía de forma más eficiente tras perder peso, como ya han corroborado anteriores estudios. En otras palabras, necesitan consumir menos energía para mantener el mismo peso.
Por ello, los investigadores corroboran la necesidad de considerar la obesidad como una enfermedad crónica, ya que aunque se logre perder peso, la obesidad continuará siendo una “lucha diaria” con los sentimientos de hambre permanente. No se trata de una enfermedad de corta duración que se solucionaría con la pérdida de peso y un poco de motivación, sino que requiere una supervisión continua.
Fuente: https://www.elespanol.com (27-02-18)