CÓMO NO RECUPERAR EL PESO PERDIDO

Es uno de los grandes misterios de la Humanidad. El secreto que anhelan conocer los que, para su desesperación, llevan media vida encadenando dieta tras dieta sin lograr que esos kilos que de los que tanto les costó desprenderse no regresen a las primeras de cambio. ¿Cómo se consigue consolidar la pérdida de peso? ¿Qué hay detrás de ese ‘milagro’?

Pues eso es, precisamente, lo que ha tratado de averiguar un grupo de investigadores de la California Polytechnic State University (San Luis Obispo, California) en el primer estudio a gran escala llevado a cabo sobre este asunto y que fue publicado el pasado 9 de febrero en ‘Obesity: The Journal of The Obesity Society’. Para ello, identificaron a más de 6.000 personas que no solo habían conseguido perder un promedio de unas 50 libras (aproximadamente, unos 22 kilos) sino que, y lo que es más importante, no las habían recuperado, y les plantearon un cuestionario con preguntas abiertas sobre sus motivaciones (en el pasado y en el presente); sus estrategias para mantener esa pérdida de peso y los cambios que habían consolidado en su estilo de vida tras su hazaña (sí, hazaña).

Según explican los autores del estudio, uno de los hallazgos que más les ha llamado la atención es la increíble fuerza que puede llegar a tener la perseverancia -esa cualidad que anda tan de capa caída en estos tiempos del ‘lo quiero todo y lo quiero ahora’- como herramienta para sortear los obstáculos que les fueron surgiendo a sus entrevistados en el camino hacia su reconciliación con la báscula. Es más, tal y como pudieron observar, las personas que consiguieron mantener la pérdida de peso aceptaron esos contratiempos como parte de su periplo hacia el triunfo sobre la obesidad. Lejos de considerarlos como fracasos irremontables, los asumieron como pequeños errores de los que aprender para retomar el camino correcto en busca de su nuevo yo en la siguiente comida o al día siguiente y, de este modo, valorar el éxito de su misión en función de objetivos a largo plazo.

La salud fue, según se desprende de este esperanzador informe, la más potente de las motivaciones a la hora de adelgazar ya que la mayoría de los que lo consiguieron se decidieron a hacerlo para intentar frenar el avance de diferentes patologías relacionadas con la obesidad, como la diabetes o las enfermedades cardíacas.

Otros, en cambio, confesaron sentirse más preocupados por los problemas de movilidad que les acarreaban los kilos de más. Y, como no, el deseo de tener una apariencia más saludable y/o atractiva, unido a la presión de sus familiares o amigos y a la necesidad de cambiar de vida, también sirvieron de acicate. ¿Cuáles fueron los consejos que los encuestados ofrecieron, en primera persona, a otras personas que están experimentando ese mismo viaje de salud? Además de destacar la ya citada importancia de la perseverancia como arma para superar los inevitables reveses a los que uno tiene que enfrentarse al cambiar el rumbo de su vida, estos vencedores de la lucha contra la obesidad recomiendan ‘ir partido a partido’, a no proyectar y a no esperar grandes resultados a corto plazo.

Buscar el refuerzo positivo en talleres de ayuda psicológica es, según experimentaron en sus propias carnes los encuestados, la mejor manera de sobreponerse mentalmente después de atravesar momentos difíciles. De igual forma, señalaron la ‘vigilancia’ constante de la calidad nutricional de los alimentos que ingerimos como una habilidad esencial dentro de un estilo de vida saludable. En este revelador informe se demostró que en esto, no hay más fórmula milagrosa que actuar con sensatez y aferrarse a unas grandes verdades que, más allá de las circunstancia de cada uno, podrían considerarse universales. Como que, aunque el aspecto físico también importa (no lo vamos a negar), la salud ha de ser nuestra principal motivación a la hora de perder peso. Es esencial tener claro, además, que los cambios más importantes que vamos a experimentar incluyen la mejora de nuestro estado de salud en general: el aumento de nuestra autoconfianza; la reducción del dolor articular; y el incremento de nuestro bienestar físico y emocional.

En el otro lado de la balanza, el de las pequeñas contrariedades a las que hay que enfrentarse ante semejante cambio físico, los que lo han experimentado señalan tres fácilmente asumibles: el gasto que supone tener que comprarse ropa nueva; la flacidez de la piel y las críticas maledicentes de los que opinan sobre todo sin que nadie les haya solicitado que lo hagan. Tres inconvenientes mínimos (sobre todo, el de los opinadores) que, sin duda, compensan la inyección de salud que supone librarse de esos kilos de más que nos dinamitan física y mentalmente.

Fuente: https://www.elmundo.es (15-02-22)