EL MITO DE LOS GORDOS FELICES
En la cultura latina, la comida va asociada a la felicidad. No hay boda sin un copioso banquete, cumpleaños infantil sin merienda o reunión de amigas sin picoteo. Pensamos que los bebés con gruesas lorzas de carne están más sanos y que los gordos son más afables y simpáticos. Es más, nadie osa discutir la importancia de las artes culinarias, ya sea en la manipulación creativa de los alimentos o en la preparación de platos tradicionales, y asociamos el mero hecho de comer a un placer superlativo.
“Es algo cultural”, decimos, “los latinos sí sabemos disfrutar de los placeres de la vida”. Y, sin embargo, en España se aprecia una tendencia creciente de la obesidad y América Latina, junto con Estados Unidos, tiene la prevalencia más alta de sobrepeso de todas las regiones de la Organización Mundial de la Salud (OMS): el 62% de los adultos muestran sobrepeso o son obesos. Una verdadera epidemia que no es ajena a los niños y a los adolescentes (un 20% o 25% presentan tasas de exceso de peso) y que ha superado las barreras socioeconómicas ya que, si bien anteriormente se daba principalmente en países de ingresos altos, hoy también afecta a los países de ingresos medios o bajos.
Estamos ante una pandemia de dimensiones colosales avalada por datos objetivos. En cuatro décadas se ha triplicado el número de personas obesas y hoy hay en el mundo 1.900 millones con sobrepeso, de las cuales 650 millones tienen obesidad, es decir, una acumulación excesiva de grasa que altera el funcionamiento corporal y la calidad de vida, con efectos perjudiciales en la salud de largo plazo. Las tasas en los menores aumentan sin tregua convirtiendo este problema en uno de los mayores desafíos para la salud en el siglo XXI. El número de niños menores de cinco años con sobrepeso u obesidad se ha venido incrementando en las últimas décadas y esto es un indicativo de que van a padecer estos problemas en su vida adulta. Cada vez hay más enfermedades no transmisibles y muertes que se asocian a dolencias producidas o agravadas por el sobrepeso, como las cardiovasculares e, incluso, algunos tipos de cáncer.
¿Por qué somos cada vez más gordos? El sobrepeso y la obesidad son síntomas de condiciones estructurales que inciden en los hábitos de las personas combinadas con otros determinantes sociales de la salud. Por un lado, se ha producido un aumento significativo en el consumo de alimentos de alto aporte calórico y escaso valor nutricional, ricos en azúcares y grasas. Por otro, ha disminuido dramáticamente la realización de actividad física como consecuencia de la adopción de estilos de vida cada vez más sedentarios.
En Chile se han encendido las alarmas. Según la Encuesta Nacional de Salud de los dos últimos años, el sobrepeso, la obesidad y la obesidad mórbida afectan a un 74,2% de la población. Además, el 86,7% de los chilenos lleva una vida sedentaria, lo cual significa que prácticamente nueve de cada 10 personas no practica deporte o realizan actividad física fuera de su horario de trabajo, durante al menos 30 minutos, tres veces a la semana. Son unos datos que se dan casi por igual en hombres y en mujeres con unas cifras significativamente altas en todos los grupos de edad, incluso entre los adolescentes: el 73,5% de las personas entre 15 y 19 años son sedentarias. Por otro lado, el consumo de frutas y verduras es bajo: sólo el 15% de la población sigue la recomendación nutricional de la OMS de consumir cinco o más porciones de frutas y verduras durante el día.
Estos datos tienen su reflejo en los índices sanitarios. En Chile, una de cada 11 muertes es atribuible al sobrepeso o la obesidad que, junto con el consumo de alcohol, la hipertensión y la ingesta de sal, es uno de los principales factores de riesgo para una mortalidad prematura. Las enfermedades crónicas relacionadas no van a la zaga: 27,6% de la población tiene presión arterial elevada, se encuentra con tratamiento médico o reporta ser hipertensa, cifra que se eleva a 45,1% entre los 45 y 64 años y que supera el 74% para el grupo de personas de 65 años o más. En cuanto a la diabetes mellitus, se ha triplicado en 15 años (12,3%) y afecta al 30% de los mayores de 65 años.
Este panorama tan preocupante exige acciones inmediatas. A nivel global, la OMS ha recomendado estimular el consumo de alimentos saludables y limitar los altos en grasas, sal y azúcares; promover la actividad física, mejorar el control nutricional en las embarazadas, incentivar la lactancia materna exclusiva y mejorar el control de peso y consejería nutricional en niños y adolescentes. La nueva Política Nacional de Alimentación y Nutrición diseñada por el Ministerio de Salud chileno supone dar pasos importantes que favorezcan estilos de vida más saludables, como la regulación del etiquetado y la publicidad de alimentos con mejor información al consumidor sobre composición nutricional de los alimentos, así como medidas para la restricción a la venta en el entorno escolar de alimentos altos en nutrientes críticos.
Siguiendo las recomendaciones para diseñar políticas eficaces de prevención y reducción del sobrepeso y la obesidad emitidas por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), esta política busca integrar diversas acciones que permitan mejorar el deteriorado estado nutricional de la población, generando entornos favorables para una dieta saludable, para la práctica regular de actividad física y, en general, para desarrollar una mayor conciencia sobre las relaciones entre alimentación y salud. Incidir en distintos ámbitos, y hacerlo de una manera permanente, exige contar con instrumentos de política con capacidad regulatoria, mecanismos de coordinación y sistemas de vigilancia que den información sobre los avances en la mejora de los hábitos y las condiciones generales de la salud de la población. Un proyecto ambicioso para un urgente problema de peso.
Fuente: https://elpais.com (26-01-18)