LA FÓRMULA DE LA CLÍNICA MAYO QUE DETERMINA TU PROBABILIDAD DE ENFERMAR

La microbiota, en los últimos años, ha pasado de ser casi desconocida a ser uno de los campos más investigados por la medicina moderna. Interviene en la aparición de peligrosas enfermedades. Controlarla es esencial.

¿Qué provoca que algunas personas desarrollen enfermedades crónicas como artritis reumatoide, cáncer y síndrome metabólico mientras otras, con estilos de vida similares, sigan estando sanos? Una de las principales pistas que están siguiendo los investigadores es la de la microbiota intestinal. Para utilizar la salud de esos millones de bacterias que viven en nuestro intestino como un reflejo de la salud del paciente, los investigadores de la Clínica Mayo han desarrollado una fórmula matemática llamada Gut Microbiome Health Index (índice de salud del microbioma intestinal), que tiene la capacidad de distinguir una composición sana de nuestra microbiota intestinal de una que está enferma.

Los investigadores de la prestigiosa clínica estadounidense han publicado sus hallazgos en la revista científica “Nature Communications”. En el artículo exponen cómo su herramienta, elaborada a través de una fórmula matemática que es interpretable desde un punto de vista biológico, puede determinar el perfil del microbioma de una persona a través del análisis de una muestra de heces, y revelar así las probabilidades de sufrir una enfermedad independientemente del diagnóstico clínico.

“Este descubrimiento avanza nuestra comprensión de los factores que hacen que una microbiota sea ‘sana’. Este es un objetivo que llevábamos persiguiendo mucho tiempo”, señala el doctor Jaeyun Sung, uno de los miembros principales del descubrimiento. Y continúa: “Nuestro índice predice si una muestra de la microbiota de un paciente es sana o no”.

Uno de los principales problemas a los que se enfrentan los investigadores de todo el mundo es que considerar la microbiota como un reflejo de la salud de un paciente es un concepto todavía muy novedoso y que no está implementado al 100% en la medicina moderna. Lo que sí sabemos es que sus efectos en la salud son más que severos. Como hemos explicado innumerables veces, nuestra microbiota intestinal es responsable de llevar a cabo un sinfín de funciones vitales para nosotros. Seremos una máquina perfecta, pero sin estas simbiosis no estaríamos aquí. El ejemplo más relevante de esto es la incapacidad de nuestro organismo de eliminar los glóbulos rojos muertos.

Cuando nuestras células sanguíneas circulan demasiado tiempo por nuestras venas y arterias, pierden la capacidad de transportar oxígeno, lo que los convierte en inútiles totales. Es entonces responsabilidad de nuestro hígado ‘matar’ esas células y deshacerse de los residuos resultantes. El problema es que el resultado de esa descomposición es la bilirrubina. Esta molécula pasa a nuestro intestino para ser desechada. El problema es que la pared intestinal la identifica como ‘amiga’, lo que provoca que sea reabsorbida y vuelva a entrar en el torrente sanguíneo. Varios procesos tienen lugar para evitar esto, pero el más notable es el que llevan a cabo ciertas bacterias de la microbiota intestinal, encargadas de degradar la bilirrubina para dar lugar al urobilinógeno, que se degrada a su vez en urobilina y en estercobilina, que pueden ser excretadas. Son estas sustancias las que confieren tanto a heces como a orina sus característicos colores.

Este es solo uno de los efectos (en este caso positivo para nosotros) que tiene la microbiota intestinal sobre la salud de nuestro organismo. El problema es que determinadas composiciones deficientes tanto en la cantidad como en la variedad de nuestra microbiota intestinal se han relacionado con la aparición de enfermedades de lo más severas, como el párkinson, el cáncer, la obesidad o la diabetes.

Para llevar a cabo del diseño de la mencionada fórmula matemática, el doctor Sung y su equipo analizaron 4.347 metagenomas de muestras de materia fecal, lo que permitió a los investigadores secuenciar los genes de todos y cada uno de los microorganismos presentes en el intestino de los sujetos de estudio. “Para llevar a cabo la distinción entre qué microbiotas eran “sanas” y cuáles no, separamos las de aquellos que sufrían alguna enfermedad en un grupo y el resto en otro (algo más de 1.700 del primero y 2.600 del segundo). Después, comparamos las secuencias entre sí y observamos que algunos microbios eran mucho más comunes en las microbiotas intestinales de las personas sanas, y viceversa”.

A partir de este descubrimiento, el doctor Sung y su equipo decidieron elaborar una fórmula matemática que predijera cómo una muestra de heces de un paciente refleja la salud del mismo. Crearon un ratio entre las especies bacterianas abundantes en las personas sanas y aquellas que son más numerosas en las personas con enfermedades. Cuanto más alto sea el número, mayores son las posibilidades de que la muestra que se esté analizando provenga de una persona sana. El propio doctor Sung lo detalla: “Un número más alto te va a decir: ‘Oh, pareces sano. Tu microbioma es como el de la mayor parte de las personas sin problemas de salud’. Sin embargo, los números más bajos nos dirán: ‘No podemos decirte exactamente qué enfermedad tienes, pero te avisamos de que tiene mala pinta. Tu microbioma se parece mucho al que tendría una persona enferma’. Eso es lo que llamamos el Gut Microbiome Health Index“.

Esta nueva herramienta podría, en un futuro muy cercano, aportar nuevos métodos a los facultativos para determinar si sus pacientes están en un buen estado de salud, lo que a su vez podría traducirse en una mayor longevidad por parte de la población general, al ser capaces de detectar precozmente que algo no funciona como debería. El futuro está aquí.

Fuente: https://www.alimente.elconfidencial.com (17-09-20)