LOS JUGOS DE FRUTAS NATURALES ENGORDAN COMO LAS GASEOSAS
Pueden tener incluso más calorías, porque un vaso concentra el azúcar de varias frutas.
Los jugos de fruta cuentan con una muy buena imagen, asociada a la buena salud y a la idea de que su consumo diario es parte fundamental de una dieta adecuada. Pero según coinciden muchos especialistas, el jugo de frutas 100% natural encierra los mismos riesgos para la salud -relacionados con la obesidad- que las gaseosas.
Un vaso de jugo concentra el azúcar de varios trozos de fruta. Contiene más calorías que una gaseosa común, aunque tiende a ser consumido en porciones más chicas. Un vaso de jugo de tres naranjas tiene aproximadamente 112 calorías y un vaso de jugo de tres manzanas 114, según el Departamento de Agricultura de EE.UU. La misma cantidad de Coca-Cola tiene 97 calorías y de Pepsi 100. Y las gaseosas “sin azúcar” tienen cero calorías.
La científica Kimber Stanhope, de la Universidad de California, descubrió que el hábito de consumir altos niveles de fructosa aumenta los factores de riesgo para la diabetes Tipo 2 y las dolencias coronarias, ya que ésta es convertida en grasa por el hígado con mayor facilidad que la glucosa. Sus estudios, publicados en el diario estadounidense Los Angeles Times, sugieren que no incide demasiado si la fructosa está en una gaseosa o en un jugo. “Ambas bebidas fomentan el mismo aumento de peso”, explica Stanhope.
Otro punto importante es que las calorías que se consumen en forma líquida no dan al estómago la misma sensación de saciedad que las que aporta un alimento en su forma sólida.
Liliana Trifone, jefa de Nutrición y Diabetes del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez y vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Nutrición, recomienda “comer fruta”, en lugar de “tomarla”. “Por supuesto que la fruta tiene que estar en la dieta, pero distribuida en dos o tres porciones durante el día. Tomar un jugo de frutas implica incorporarlo de una sola vez”, explica Trifone.
Además, cuando la fructosa se ingiere bajo la forma de una fruta, ésta ingresa en el organismo con lentitud de forma de que el hígado tenga tiempo para convertirla en energía química. Según Susana Gutt, médica especialista en Nutrición y jefa de Nutrición del Hospital Italiano, “cuando se come una fruta, se absorbe más lentamente el azúcar, hay más trabajo digestivo y eso siempre es mejor. En cambio, el jugo se asimila directamente. El cuerpo lo registra como si hubiera comido azúcar de una azucarera. Y eso se acumula en el cuerpo como grasa”.
El origen del consumo de jugo de naranja en los Estados Unidos está más ligado a una cuestión económica que a una costumbre relacionada con la buena salud. A principios del año 1900, los cosechadores de cítricos de Florida cosechaban más naranjas de las que podían llegar a vender. Fue así como se decidieron a promocionar el jugo de naranja. Y el ejército de Estados Unidos tuvo mucho que ver en la tarea de convertir al jugo de naranja en un producto comercial. Durante la Segunda Guerra Mundial el ejército pidió a los científicos inventar un sistema que permitiera congelar al jugo de naranja en alguna forma concentrada. La patente la tuvo finalmente Minute Maid, que comenzó a vender latas de jugo congelado concentrado en los almacenes norteamericanos.
En los 50, la tecnología de pasteurización creada por Tropicana volvió al jugo de naranja un producto aún más “amigable” porque podía venderse en cartones listos para beber, como la leche. Pero esta idea de que los jugos no son tan buenos parece cada vez más instalada. El comité de Nutrición de la Academia Norteamericana de Pediatría recomendó en 2001 que los chicos de 1 a 6 años tomen no más de 175 ml. de jugo por día y los mayores no más de 50 ml.
Fuente: Clarín SOCIEDAD