LOS MECANISMOS MOLECULARES DE LOS EFECTOS BENEFICIOSOS DEL EJERCICIO
Los beneficios para la salud del ejercicio son bien reconocidos y se observan en múltiples sistemas de órganos. Estos efectos beneficiosos mejoran la resiliencia general, la salud y la longevidad. Sin embargo, los mecanismos moleculares que subyacen a los efectos beneficiosos del ejercicio siguen sin comprenderse bien. Desde el descubrimiento en el año 2000 de que la contracción muscular libera IL-6, se ha multiplicado el número de moléculas de señalización asociadas al ejercicio que se han identificado.
Las exerquinas se definen como fracciones de señalización liberadas en respuesta al ejercicio agudo y/o crónico, que ejercen sus efectos a través de vías endócrinas, parácrinas y/o autócrinas. Una multitud de órganos, células y tejidos liberan estos factores, incluido el músculo esquelético (mioquinas), el corazón (cardioquinas), el hígado (hepatoquinas), el tejido adiposo blanco (adipoquinas), tejido adiposo pardo (baptoquinas) y neuronas (neuroquinas). Las exerquinas tienen funciones potenciales en la mejora de la salud cardiovascular, metabólica, inmunológica y neurológica. Como tales, las exerquinas tienen potencial para el tratamiento de enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus tipo 2 y obesidad, y posiblemente para facilitar un envejecimiento saludable. Esta revisión resume la importancia y el estado actual de la investigación de exerquinas, los desafíos predominantes y las direcciones futuras.
Puntos clave
- Aunque los beneficios del ejercicio para mejorar la salud y tratar enfermedades son bien conocidos, los mecanismos moleculares subyacentes a los beneficios asociados con el ejercicio siguen estando mal definidos y se están investigando activamente.
- Las exerquinas abarcan una amplia variedad de fracciones de señalización liberadas en respuesta al ejercicio agudo y/o crónico que ejercen sus efectos a través de vías endócrinas, parácrinas y/o autócrinas.
- Las exerquinas pueden presentarse en muchas formas, como hormonas, metabolitos, proteínas y ácidos nucleicos; el interés es cada vez mayor en ir más allá de los cambios singulares de factores específicos para perfilar alteraciones usando plataformas “ómicas”.
- Hay un creciente interés en el papel de las vesículas extracelulares, que son estructuras membranosas liberadas de las células, que sirven como importantes portadores de señales moleculares y conductores de la diafonía interorgánica relacionada con el ejercicio.
- Múltiples sistemas de órganos, incluido el sistema cardiometabólico, el sistema nervioso y el sistema inmunitario, producen exerquinas y están influenciados por las exerquinas, lo que probablemente contribuye a la respuesta pleiotrópica y variable al ejercicio.
- La investigación emergente sobre las exerquinas sugiere múltiples vías prometedoras para la investigación traslacional y la modulación terapéutica para capturar los beneficios asociados con el ejercicio; un mayor rigor en el diseño experimental facilitará la comparación entre estudios.
Introducción
Evidencia irrefutable respalda la importancia de la actividad física, el ejercicio y la aptitud cardiorrespiratoria en la prevención y el tratamiento de enfermedades crónicas, como las enfermedades cardiovasculares, la obesidad, la diabetes mellitus tipo 2, el deterioro cognitivo y muchos tipos de cáncer, al mismo tiempo que mejora el sistema inmunitario, la salud, la longevidad y la salud.
Por el contrario, la inactividad física supone una importante amenaza para la salud pública, ya que se asocia con un aumento de la mortalidad 2 y una notable carga económica. Además, la pandemia de COVID-19 refuerza claramente la relevancia de la actividad física para la salud, debido a los efectos de las reducciones de actividad física relacionadas con COVID-19 y aumentos en el comportamiento sedentario, especialmente debido a la cuarentena relacionada con COVID-19. Además, la inactividad física se asocia con un mayor riesgo de resultados graves de COVID-19. Aunque los términos “ejercicio” y “actividad física” suelen usarse indistintamente, el ejercicio suele considerarse una actividad física intencional, como el entrenamiento aeróbico, el entrenamiento de resistencia o el entrenamiento en intervalos de alta intensidad. Por el contrario, la actividad física engloba tanto el ejercicio como la actividad laboral y/o doméstica habitual.
La promoción de la actividad física sigue siendo una intervención fundamental para reducir la incidencia y la prevalencia de enfermedades metabólicas comunes. En los EE. UU., las pautas oficiales para la actividad física se publicaron por primera vez en 1995 y recomendaban que todos los adultos de los EE. UU. acumularan al menos 30 minutos de actividad física de intensidad moderada la mayoría de los días de la semana, preferiblemente todos. Posteriormente, estas directrices han evolucionado. En 2020, la Organización Mundial de la Salud declaró que todos los adultos deberían aspirar a realizar de 150 a 300 minutos de actividad física de intensidad moderada a la semana o de 75 a 150 minutos de actividad física de intensidad vigorosa a la semana o una combinación equivalente de actividad física de intensidad moderada e intensa por semana. A pesar de estas recomendaciones, los datos objetivos obtenidos con acelerómetros de actividad física en la población de EE. UU. indicaron una adherencia deficiente a las pautas recomendadas, con solo el 5% de los adultos estadounidenses realizando más de 30 minutos de actividad física de intensidad moderada por día.
Influencia de la exposición al ejercicio
Las exerquinas se secretan en respuesta al ejercicio agudo, que suele ser un episodio único de ejercicio aeróbico o de resistencia. El ejercicio crónico también se asocia con factores humorales alterados, incluso en el estado de reposo, lo que sugiere que las alteraciones de la exerquinas pueden reflejar los efectos del entrenamiento crónico.
Conclusiones
Aunque el ejercicio ejerce muchos efectos beneficiosos en múltiples sistemas de órganos, nuestra comprensión de los mecanismos que impulsan los beneficios del ejercicio y la variabilidad de estos beneficios sigue siendo rudimentaria. Gran parte de la investigación inicial sobre la exerquinas se ha centrado en el músculo esquelético; sin embargo, la investigación contemporánea ahora se está expandiendo rápidamente para incluir fuentes y objetivos no basados en el músculo esquelético para las exerquinas que contribuyen a mantener y restaurar la salud.
Las exerquinas son cada vez más reconocidas como mediadores críticos de los cambios relacionados con el ejercicio y los beneficios para la salud, particularmente en su papel en la comunicación y coordinación interorgánica y sistémica. Sin embargo, queda mucho por hacer. Para mejorar la traducción de los resultados, se debe minimizar la heterogeneidad entre los estudios al reducir la variabilidad de la exposición y usar estandarizados, medidas de resultado consistentes. Los estudios estructurados a gran escala serán recursos clave para proporcionar un entorno estructurado para abordar futuras preguntas relacionadas con la exerquinas. En resumen, las exerquinas son una dirección muy prometedora para futuras iniciativas de investigación, con un alto potencial como biomarcadores para predecir resultados, facilitar programas de ejercicio personalizados para mejorar la salud, reducir las enfermedades y promover la resiliencia a lo largo de la vida.
Fuente: https://www.intramed.net (26-03-21)