LOS PEDIATRAS VUELVEN A ALERTAR SOBRE LAS CONSECUENCIAS EN LOS NIÑOS DE LAS DIETAS VEGETARIANAS

El Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría (AEP) ha elaborado una serie de recomendaciones con el fin de “evitar las carencias alimenticias que pueden producirse al adoptar una dieta vegetariana durante la infancia y juventud” y de informar a los padres sobre “los nutrientes que se han de complementar”, según explica el coordinador de dicho comité, José Manuel Moreno Villares.

Una vez más, los expertos recuerdan que el primer mandamiento antes de iniciar a un menor en una dieta restrictiva debería ser acudir al pediatra para que éste determine si es pertinente o no. “Como cualquier otro tipo de alimentación desequilibrada, el vegetarianismo puede tener consecuencias negativas sobre la salud y el crecimiento de los niños. Por este motivo, es imprescindible que un especialista valore si la dieta cumple con los estándares nutricionales necesarios para un buen desarrollo y, en caso de ser necesario, prescriba los suplemento adecuados para cubrir las carencias”, advierte el doctor Moreno.

Ricas en fibra, magnesio, hierro férrico, ácido fólico, vitaminas C y E, ácidos grasos poliinsaturados n-6, carotenoides, flavonoides y otros fitoquímicos y antioxidantes, este tipo de dietas son más bajas en grasa total, ácidos grasos polliinsaturados n-3, colesterol, yodo, zinc, hierro ferroso y vitaminas B12 y D.

A pesar de que, según se expone en estos consejos publicados en Anales de Pediatría, los niños vegetarianos suelen tomar más frutas y verduras, menos dulces, aperitivos salados y grasas saturadas, también existe un elevado riesgo de consumir en exceso algunos alimentos con baja densidad nutricional.

Los médicos recalcan que las necesidades de proteínas pueden ser suficientes si la dieta incluye una variedad amplia de alimentos de origen vegetal y se alcanzan los requerimientos de energía. Como, en general, la calidad proteica de los alimentos vegetales es inferior a la de los productos de origen animal (en especial la leche y el huevo), es aconsejable asegurar que se incluyen en la ingesta diaria legumbres, frutos secos y semillas.

El uso de la soja y sus derivados (tofu, tempeh y análogos de carne), así como los pseudocereales, como la quinoa y el amaranto, pueden contribuir a garantizar un adecuado balance de aminoácidos.

Si bien es cierto que algunos productos vegetales tienen un alto contenido en hierro, su asimilación es más complicada ya éste se presenta en su forma no-hemo. “Por eso, para favorecer su absorción, se recomienda consumir alimentos ricos en vitamina C”, aconseja el doctor Moreno Villares.

La sal yodada, los vegetales de origen marino y algunos alimentos a base de cereales constituyen la mejor fuente de yodo de las personas veganas. Los lácteos y la yema de huevo también son fuentes de yodo.

A pesar de que las algas (wakame, kombu, alaria y nori, entre otras), con gran protagonismo en estas dietas, también pueden ser una fuente importante de yodo, los expertos advierten que también también lo son de arsénico, “por lo que deben usarse con precaución en lactantes y niños pequeños”.

Suplemento de vitamina b12

No se encuentra en los alimentos de origen vegetal y los alimentos fermentados o las semillas marinas tampoco pueden considerarse como una fuente de vitamina B12 fiable. “Es imprescindible que los vegetarianos o veganos tomen un suplemento de vitamina B12 oral. Incluso en ovolactovegetarianos o en personas que consuman habitualmente alimentos fortificados, una dosis semanal de refuerzo es la mejor forma de garantizar niveles óptimos de esta vitamina”, asegura el doctor.

Así, a pesar de que seguir una dieta vegetariana en cualquier etapa de la infancia no signifique necesariamente que sea insegura, el doctor subraya que “es preferible aconsejar que durante el periodo de lactante y en el niño de corta edad se siga una dieta omnívora o, al menos, ovo o lactovegetariana”.

La edad de introducción de otros alimentos debe ser la misma que para los no vegetarianos. Es recomendable incorporar las legumbres a partir de los seis meses, ya que son el sustituto natural de la carne en las dietas vegetarianas.

A partir de los seis meses, se puede ofrecer también yogur de soja sin azúcar de manera ocasional, para desayunar o merendar, con o sin fruta. Es importante elegir variedades enriquecidas con calcio. Además, también es recomendable el consumo regular de verduras ricas en vitamina A (boniato, brécol, zanahoria, calabaza).

El gluten, por su lado, “debe introducirse a la misma edad que en los lactantes sin dieta especial”, según el doctor. Tal y como especifica, es importante promover el uso de cereales integrales, como el pan, el arroz, la pasta, el cuscús, el mijo, la polenta de maíz y la quinoa. Ocasionalmente, también se pueden usar bebidas vegetales enriquecidas con calcio para preparar algún plato, “pero no deben usarse nunca como bebida principal”, avisa.

Hasta el año se deben evitar las espinacas, las acelgas, la borraja, la remolacha, la rúcula y otras hojas verdes por su alto contenido en nitratos; la miel y los siropes, por el peligro de contaminación con esporas de botulismo; las algas, por su alto contenido en yodo; y los alimentos con efecto laxante, como las semillas de lino y las de chía.

A partir de los dos años, tal y como informa el experto, la alimentación de los niños debe ser igual que la del resto de la familia, priorizando la oferta de alimentos frescos frente a productos procesados o zumos de frutas con azúcares añadidos.

Fuente: https://www.elmundo.es(10-02-20)