¿QUÉ ES EL MICROBIOMA?

Más de 100 billones de microbios viven dentro o dentro de nuestros cuerpos que consisten en comunidades de bacterias, así como virus, protozoos y hongos. El material genético combinado de todos estos microorganismos se denomina microbioma.

Nuestro microbioma es una entidad muy compleja. La complejidad de su genoma es mucho mayor que la nuestra, y forma una parte fundamental de nuestra existencia. Entre sus muchas funciones, el microbioma humano juega un papel esencial en el desarrollo de nuestra inmunidad, regulación de la nutrición, metabolismo e incluso influye en cómo nos comportamos.

Desarrollo de inmunidad

Existe una relación simbiótica entre nosotros y nuestros billones de microbios residentes. Estos pequeños organismos son instrumentales en la iniciación, el entrenamiento y el mantenimiento de nuestro sistema inmunológico. En condiciones óptimas, nuestra alianza amigable confiere defensa contra otros microbios y moléculas adversas.

Si pudiéramos ver nuestro microbioma a simple vista, pronto llegaríamos a reconocerlo como quizás el ecosistema más densamente poblado del mundo, la mayoría de los cuales se encuentra en nuestro tracto gastrointestinal.

Justo antes del nacimiento, se cree que nuestro tracto gastrointestinal no tiene microbios. Sin embargo, pronto nos colonizamos con nuestros aliados microbianos a medida que pasamos por el canal de parto, que se cree que es crucial para el funcionamiento de nuestro sistema inmunológico durante toda la vida.

Si bien el proceso por el cual los recién nacidos pueden adaptarse a esta colonización aún no se ha dilucidado por completo, se cree que los componentes inmunes en la leche materna facilitan el proceso. A medida que el bebé crece, la dieta temprana juega un papel esencial en la expansión adicional de la microbiota intestinal.

Se cree que la microbiota de los intestinos es importante para generar señales que establecen el tono para las respuestas inmunes sistémicas. Además, una vez que se genera la respuesta, el microbioma juega un papel adicional en la regulación de la respuesta inflamatoria. Si bien estos microbios son componentes clave de nuestra existencia, se deben mantener barreras como el tejido intestinal. Estas barreras forman estructuras complejas que permiten la interconexión humano-microbio.

Sin embargo, existe una separación para evitar consecuencias adversas, como la sepsis, que es un fenómeno potencialmente mortal que se produce cuando una presencia inmune masiva se desencadena por la presencia de bacterias en el torrente sanguíneo.

Regulación de la nutrición y el metabolismo.

Similar a su papel como órgano de defensa, nuestro microbioma ha sido implicado en la modulación de la dieta y el metabolismo. Varios estudios han demostrado que existen vínculos entre el microbioma intestinal y las enfermedades metabólicas, como la obesidad y la diabetes. Estos microbios desempeñan un papel en la descomposición de los alimentos que comemos y en la producción de metabolitos que nuestros cuerpos procesan posteriormente para influir en una panoplia de vías y sistemas metabólicos.

Nuestro microbioma es un superorganismo, y no solo se ve afectado por los alimentos que comemos, sino también por nuestras elecciones de estilo de vida, como la frecuencia del ejercicio, que determina la variabilidad y maleabilidad de la composición y el funcionamiento de nuestro microbioma.

Influencia en el comportamiento

Varios estudios muestran que hay un canal de comunicación entre nuestro cerebro y nuestro intestino, y hay una creciente evidencia que indica que nuestros aliados residentes pueden afectar el comportamiento. Incluso se cree que algunos producen neurotransmisores, capaces de enviar señales químicas de una célula a otra. Esto puede hacer que algunos imaginen que nuestros pequeños aliados pueden manipularnos en diversos grados.

Sin embargo, no hay evidencia científica clara para apoyar esta noción. El eje intestino-cerebro, como concepto, no es ajeno a las discusiones científicas, y ha sido un área que se investiga continuamente con múltiples rutas sugeridas que se exploran para el canal de comunicación.

Un estudio realizado en ratones demostró que los ratones receptores de trasplantes fecales comenzaron a exhibir rasgos de comportamiento de sus ratones donantes. Se cree que estos rasgos estaban vinculados a una microbiota particular encontrada en las heces del donante. En otros estudios, se identificaron algunas especies bacterianas, como las especies Bifidobacterium y Lactobacillus, que tienen efectos positivos potenciales contra la depresión y la ansiedad.

En ratones estresados, se creía que estas últimas especies de bacterias ayudaban a restaurar la producción deteriorada de oxitocina, lo que conduce a mejores interacciones sociales. Del mismo modo, se cree que la exposición del comportamiento ansioso en ratones se ve mejorada por los metabolitos producidos por las especies de bacterias Bacteroides.

La evidencia sugiere que los efectos anteriores también se pueden ver en humanos, y se cree que las alteraciones en la composición de nuestra microbiota intestinal están asociadas con cambios de comportamiento. Estos incluyen cambios que son relevantes para los tipos de estados de ánimo en los que nos encontramos, así como la cognición y el dolor.

Los trastornos relacionados con el estrés, como el síndrome del intestino irritable, la ansiedad y la depresión, se han implicado en la disfunción del eje bidireccional intestino-cerebro. Si bien aún no se ha aclarado por completo estas conexiones, sirven como áreas potenciales para ser estudiadas para el manejo estratégico novedoso de las afecciones mencionadas anteriormente, dadas las vías metabólicas, inmunes, hormonales y neuronales que se han vinculado.

Fuente: https://www.news-medical.net (06-07-20)