NUEVA GUÍA: PREVENIR UN PRIMER ACCIDENTE CEREBROVASCULAR PUEDE SER POSIBLE CON UNA PRUEBA DE DETECCIÓN Y CAMBIOS EN EL ESTILO DE VIDA

Recomendaciones clínicas actualizadas, que incluyen cambios en el estilo de vida, estrategias de prevención y opciones de tratamiento, para reducir el riesgo de sufrir un primer accidente cerebrovascular  (ACV), descritas en una nueva guía de la American Stroke Association.

Cada año en los EEUU, más de medio millón de personas sufren un primer ataque o ACV; sin embargo, hasta el 80% de ellos podrían prevenirse. La nueva guía de prevención primaria de ACV de la American Stroke Association recomienda a los profesionales de cuidados de salud examinar a las personas para detectar factores de riesgo de ACV, que incluyen presión arterial alta, colesterol elevado, niveles altos de azúcar en sangre y obesidad. Aumentar la concientización y el conocimiento público sobre cambios en el estilo de vida saludable, como dejar de fumar, aumentar la actividad física, mejorar los hábitos alimentarios y dormir mejor, también puede ayudar a las personas a reducir el riesgo de sufrir un ACV. La nueva guía destaca las métricas de salud Life’s Essential 8 de la American Heart Association para una salud cardiovascular y cerebral óptima, medicamentos para el manejo de factores de riesgo, riesgos específicos de las mujeres y formas de abordar los determinantes sociales de la salud.

Adoptar conductas de estilo de vida saludable, como una buena nutrición, dejar de fumar y estar físicamente activo, junto con exámenes de salud de rutina y el manejo de los factores de riesgo para enfermedades cardiovasculares y ACV con el uso de medicamentos, puede ayudar a prevenir un primer ACV. La detección del riesgo de ACV y la educación para reducir las probabilidades de sufrir uno idealmente deben comenzar con un profesional de atención primaria siguiendo las recomendaciones basadas en evidencia, según la nueva guía clínica de la American Stroke Association (la Asociación Americana de Accidente Cerebrovascular), una división de la American Heart Association (Asociación Americana del Corazón), y publicada en la revista Stroke de la Asociación.

Un ACV ocurre cuando el flujo sanguíneo hacia el cerebro se interrumpe debido a que un vaso sanguíneo se bloquea por un coágulo de sangre o se rompe. Como resultado, el cerebro no recibe el oxígeno necesario para funcionar correctamente. El ACV provoca daños en el cerebro que puede generar discapacidades significativas, como dificultades para pensar, hablar, caminar e interactuar con el entorno. En Estados Unidos, el ACV es actualmente la quinta causa principal de muerte, con casi 160.000 muertes al año. Cada año, más de 600.000 personas en el país sufren un primer ACV, a pesar de que hasta el 80% de estos eventos se pueden prevenir.

“La manera más efectiva de reducir la ocurrencia de ACV y las muertes relacionadas es prevenir el primer ACV, conocido como prevención primaria”, señaló la presidenta del grupo de redacción de las guías, Cheryl D. Bushnell, M.D., M.H.S., FAHA, profesora y vicepresidenta de investigación en el Departamento de Neurología de Wake Forest University School of Medicine en Winston-Salem, North Carolina. “Algunas poblaciones tienen un mayor riesgo de sufrir un ACV, ya sea por genética, estilo de vida, factores biológicos o determinantes sociales de la salud, y en algunos casos, las personas no reciben los exámenes adecuados para identificar su riesgo”. La “Guía para la prevención primaria del ACV 2024” reemplaza la versión de 2014 y es un recurso para que los médicos implementen una variedad de estrategias de prevención para personas sin antecedentes de ACV. La nueva guía proporciona recomendaciones basadas en evidencia sobre estrategias para apoyar la salud cerebral y prevenir el ACV a lo largo de la vida de una persona mejorando los hábitos de vida saludables y obteniendo cuidados preventivos.

“Esta guía es importante porque se han realizado nuevos descubrimientos desde la última actualización hace 10 años. Comprender qué personas tienen mayor riesgo de sufrir un primer ACV y brindar apoyo para preservar la salud del corazón y el cerebro puede ayudar a prevenir un primer ACV”, afirmó Bushnell.  Las principales recomendaciones para la prevención de ACV incluyen exámenes de salud regulares, la identificación de factores de riesgo, intervenciones en el estilo de vida y el uso de medicamentos cuando sea necesario.

Identificación y gestión de factores de riesgo

Los factores de riesgo de enfermedad cardiovascular no identificados y no controlados pueden causar daños a las arterias, al cerebro y al corazón años antes de que se produzcan enfermedades cardiovasculares o un ACV. Los profesionales de atención primaria deben promover la salud cerebral de sus pacientes mediante la educación sobre la prevención de ACV, exámenes de detección y tratamiento de los factores de riesgo desde el nacimiento hasta la vejez. Los factores de riesgo modificables del ACV, como presión arterial alta, sobrepeso, obesidad, colesterol alto y niveles elevados de azúcar en sangre, pueden identificarse con exámenes físicos y análisis de sangre. Estas condiciones deben abordarse con cambios de conductas y estilo de vida saludables y pueden incluir medicamentos para determinados pacientes. Los medicamentos antihipertensivos para reducir la presión arterial y las estatinas para bajar el nivel colesterol pueden ayudar a reducir el riesgo de un primer ACV en adultos con mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares (ECV) y en aquellos que reciben atención para ECV. Una nueva recomendación es considerar el uso de medicamentos agonistas del receptor del péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1), que están aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares en personas con sobrepeso u obesidad o diabetes tipo 2.

Conductas de estilo de vida saludable

Las conductas de estilo de vida más comunes y tratables que pueden ayudar a reducir el riesgo de ACV se detallan en las métricas de salud cardiovascular Life’s Essential 8 de la Asociación. Estas incluyen una nutrición saludable, actividad física regular, evitar el uso de tabaco, dormir bien, tener un peso saludable, controlar el colesterol, la presión arterial y el azúcar en sangre. La guía clínica recomienda que los adultos sin antecedentes de enfermedades cardiovasculares, así como aquellos con mayor riesgo, sigan un patrón alimentario mediterráneo. Se ha demostrado que los programas de dieta mediterránea reducen el riesgo de ACV, especialmente cuando se complementan con frutos secos y aceite de oliva.

La actividad física también es esencial para reducir el riesgo de sufrir un ACV y la salud cardíaca en general. Puede ayudar a mejorar medidas de salud importantes, como la presión arterial, el colesterol, los marcadores inflamatorios, la resistencia a la insulina, la función endotelial y el peso. La guía recomienda a los profesionales de cuidados de salud a evaluar de manera rutinaria el comportamiento sedentario de sus pacientes, un factor de riesgo confirmado para el ACV, y a aconsejarles que realicen actividad física regular. La Asociación refuerza la recomendación de la Oficina de Prevención de Enfermedades y Promoción de la Salud del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EEUU. de que los adultos realicen al menos 150 minutos por semana de actividad aeróbica de intensidad moderada o 75 minutos por semana de actividad aeróbica vigorosa, o una combinación de ambas, preferiblemente distribuidas a lo largo de la semana.

Equidad en la salud y riesgo de ACV

Una nueva incorporación a la guía es el énfasis en los determinantes sociales de la salud y su impacto en el riesgo de ACV. Los determinantes sociales de la salud son factores no médicos que incluyen la educación, la estabilidad económica, el acceso a la atención, la discriminación, el racismo estructural y factores del vecindario (como la falta de accesibilidad, la baja disponibilidad de alimentos saludables y la escasez de recursos de salud), que contribuyen a las inequidades en la atención y afectan la salud general. Los profesionales de cuidados de salud deben garantizar que la educación para los pacientes esté disponible en varios niveles educativos y de idioma, e interceder por sus pacientes mediante la elección de tratamientos y medicamentos que sean efectivos y asequibles. Además, se alienta a los profesionales de cuidados de salud a conectar a los pacientes con recursos que aborden necesidades sociales relacionadas con la salud, como la inseguridad alimentaria y de vivienda, derivarles a programas que apoyen cambios saludables en el estilo de vida y guiarles a programas de apoyo que puedan ayudar a cubrir costos de atención médica, incluidos los gastos de medicamentos.

Nuevas recomendaciones específicas de sexo y género

La guía también incluye nuevas recomendaciones específicas para mujeres. Los profesionales de la salud deben evaluar las condiciones que pueden aumentar el riesgo de ACV en las mujeres, como el uso de anticonceptivos orales, la presión arterial alta durante el embarazo, otras complicaciones del embarazo como el parto prematuro, la endometriosis, la insuficiencia ovárica prematura y la menopausia temprana. Se recomienda tratar la presión arterial elevada durante el embarazo y en las seis semanas posteriores al parto para reducir el riesgo de hemorragia intracerebral materna. Las mujeres transgénero y las personas de género diverso que toman estrógenos para la afirmación de género también pueden tener un mayor riesgo de sufrir un ACV. Es necesario evaluar y modificar cualquier factor de riesgo existente para reducir el riesgo de ACV en estas personas.

“Implementar las recomendaciones de esta guía permitiría reducir significativamente el riesgo de que las personas sufran un primer ACV. La mayoría de las estrategias que recomendamos para prevenir ACV también ayudarán a disminuir el riesgo de demencia, otra condición de salud grave relacionada con problemas vasculares en el cerebro”, explicó Bushnell. El grupo de redacción señala que fue un desafío escribir recomendaciones enfocadas en la prevención de un primer ACV. Existen limitaciones en algunas de las evidencias que fundamentaron la guía, incluida la situación en la que muchos ensayos clínicos incluyeron a adultos que ya habían tenido un evento cardiovascular que podría incluir un ACV. El grupo de redacción también identificó lagunas en el conocimiento que pueden orientar temas para futuras investigaciones.

La guía destaca la necesidad de realizar evaluaciones de riesgo en la prevención primaria de ACV e incluye el uso de herramientas de predicción de riesgo para estimar la probabilidad de enfermedad cardiovascular aterosclerótica, de modo que los pacientes reciban estrategias de prevención y tratamiento oportunas. La Asociación ha desarrollado recientemente una nueva calculadora de riesgo de predicción del riesgo de enfermedades cardiovasculares (PREVENT) que puede utilizarse como herramienta de evaluación que ayude a informar las decisiones sobre tratamientos preventivos. La calculadora PREVENT puede estimar el riesgo de ACV y enfermedad cardíaca a 10 y 30 años en individuos a partir de los 30 años, una década antes que las ecuaciones de cohorte agrupadas, otra calculadora de riesgo de ECV. Según la American Stroke Association, aprender a reconocer los signos de advertencia de un ACV y las medidas preventivas es la mejor manera de evitarlos y prevenir que ocurran nuevamente. La abreviatura R.Á.P.I.D.O. (Rostro caído, Alteración del equilibrio, Pérdida de fuerza en el brazo, Impedimento visual repentino, Dificultad para hablar, Obtén ayuda, llama al 911) es una herramienta útil para reconocer los signos de advertencia de un ACV y cuándo pedir ayuda.

Esta guía fue preparada por el grupo de redacción voluntaria en nombre de la American Stroke Association y está avalada por la Preventive Cardiovascular Nurses Association y la Society for Vascular Surgery. El American College of Obstetricians and Gynecologists respalda el valor clínico de este documento como herramienta educativa. Desde 1990, la American Stroke Association ha traducido la evidencia científica en guías de práctica clínica con recomendaciones para mejorar la salud cerebrovascular. La “Guía para la prevención primaria del ACV 2024” reemplaza la versión de 2014 “Pautas para la prevención primaria del ACV”. Esta guía actualizada pretende ser un recurso que los médicos puedan utilizar para orientar diversas estrategias de prevención para personas sin antecedentes de ACV. La Asociación apoya el desarrollo y la publicación de guías de práctica clínica sin apoyo comercial, y los miembros ofrecen su tiempo como voluntarios para los esfuerzos de redacción y revisión.

Fuente: https://newsroom.heart.org

Referencia: Bushnell C, Kernan WN, Sharrief AZ, et al. 2024 Guideline for the Primary Prevention of Stroke: A Guideline From the American Heart Association/American Stroke Association. Stroke. 2024 Oct 21.