ENTRENAMIENTO COMBINADO Y SNACKS DE EJERCICIO, CLAVES PARA PRESCRIBIR EFECTIVAMENTE LA PRÁCTICA DE ACTIVIDAD FÍSICA EN PACIENTES CON OBESIDAD

El ejercicio debe dejar de ser un “complemento” o una recomendación estándar en el marco de unas pautas de vida saludable, ya que las evidencias más recientes constatan su importancia a nivel fisiológico y avalan sus efectos beneficiosos y terapéuticos sobre la salud en general y muy particularmente en el caso de la obesidad y sus comorbilidades, razones “de peso” para incorporar su prescripción en el abordaje de esta enfermedad. A esta conclusión llegaron especialistas en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte que participaron en las distintas sesiones del XIX Congreso de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), en las que desde distintas perspectivas se analizó el papel del ejercicio físico como estrategia terapéutica.

En la sesión Que la fuerza me acompañe, Javier Butragueño, Ph. D., coordinador del Grupo de Trabajo de Ejercicio de la Sociedad Española de Obesidad, incidió en la necesidad de “recolocar” tanto el papel del ejercicio como el mensaje que se transmite a la población a este respecto: “Hay que superar la típica recomendación de ‘camine usted’ y dar una vuelta a este mensaje, porque cuando trabajas con pacientes con obesidad te das cuenta de que, por ejemplo, la pauta de los 10.000 pasos al día no tiene mucho sentido en aquellos con 140 kg de peso, sedentarios durante mucho tiempo, que no alcanzan los 2.000 pasos diarios y en los que aplicar esta pauta supondría multiplicar por cinco su actividad. Al final, la clínica nos indica claramente qué se está haciendo mal en cuanto a las recomendaciones actuales”.

Sinergias, coadyuvancia y enfoque de precisión

Butragueño destacó que es necesario quitar el foco central de todo lo relacionado con la variable peso, ya que aunque es muy importante en sí misma, la evidencia demuestra que siempre hay que valorarla en relación con otras estrategias, como la nutrición y la farmacología. “Se debe cambiar el enfoque y contemplar el ejercicio como un regulador del metabolismo, y para los especialistas esto supone el reto de conseguir que la población entienda que tiene que moverse para mantener un equilibrio que le reporta salud. Este es sin duda es un mensaje muy disruptivo, ya que actualmente está muy generalizada la idea, casi obsesiva, de utilizar el ejercicio como herramienta para la pérdida de peso, un planteamiento totalmente erróneo y que incluso puede resultar perjudicial en algunos casos”, enfatizó. Asimismo, el especialista puso de relieve el carácter coadyuvante del ejercicio físico en las intervenciones a las que se somete a estos pacientes: “Los datos ponen de manifiesto que es a la vez un elemento potenciador y un coadyuvante de estrategias de las que también forman parte la psicología y la endocrinología. Esto significa que debe estar presente en el abordaje de la obesidad, pero individualizando y fenotipando a la persona para dar a la actividad física la dimensión que se necesita en cada caso concreto”.

Como ejemplo de esta “adaptabilidad” en la estrategia terapéutica, Butragueño aludió al abordaje del trastorno por atracón: “En este caso los especialistas debemos asumir que el deporte es una tercera línea siempre por detrás del psicólogo, que es la figura principal, y utilizar el ejercicio físico para potenciar las emociones que se desencadenan a través de su práctica, teniendo en cuenta que muchos de estos pacientes mantienen una relación muy negativa con su cuerpo”, señaló.

“Guía para prescriptores” de la Sociedad Española de Obesidad

Durante su intervención Butragueño presentó el Documento de Posicionamiento del Grupo de Ejercicio Físico de la Sociedad Española de Obesidad, dirigido al diseño de programas de actividad física para población con obesidad y del que es uno de los autores. “Un trabajo muy necesario, pues entre sus objetivos está la propuesta de estrategias de intervención que orienten a los profesionales de la salud y el establecimiento de un marco de referencia para colaborar entre distintos abordajes de obesidad”. Entre los aspectos más reseñables de las pautas recogidas en este documento, el especialista destacó la valoración y clasificación que se hacen de la actividad física en cuatro niveles en función de la condición física de cada paciente, “un aspecto que debe ser objeto de estudio por parte de la comunidad científica, pues es muy importante ‘humanizar’ la prescripción de ejercicio entendiendo las necesidades de las personas más allá de su índice de masa corporal”.

Asimismo, comentó la estrategia que, como se desarrolla en el texto, es clave al implementar un programa de ejercicio: “Básicamente se trata de seguir dos pautas: la primera es realizar actividad física durante al menos 30 a 60 minutos en lo que denominamos zona 2, esto es, pasear tranquilamente, montar en bicicleta o hacer remo pudiendo hablar perfectamente con otra persona o cantar sin asfixiarse. Es una parte básica en el abordaje de la obesidad, ya que mejora la biogénesis mitocondrial, esto es, la utilización correcta de los ácidos grasos, que de hecho, es uno de los grandes problemas con los que nos encontramos tanto en la fisiopatología de la obesidad como en la de otras enfermedades (p. ej., cáncer)”.

La segunda estrategia consiste en realizar entrenamiento de fuerza solo o combinado con el aeróbico-cardiovascular: “Se ha visto que con solo 20 minutos de entrenamiento de fuerza un único día a la semana durante diez semanas seguidas las personas sedentarias mejoran notablemente sus niveles de fuerza”. Butragueño enfatizó que hasta el día de hoy no hay duda que la pauta más efectiva es la de combinar los ejercicios de fuerza con los de capacidad cardiorrespiratoria “y no solo para hacer frente a la obesidad, sino también porque más allá del impacto en el peso, este entrenamiento ha demostrado tener otros beneficios, como una mayor oxigenación y un aumento de la capacidad cognitiva”. Finalmente, en cuanto a los retos y desafíos que este cambio de enfoque supone para los especialistas en ejercicio físico, Butragueño apuntó: “Las sinergias en el tratamiento de la obesidad hacen necesario que los expertos en deporte nos formemos en otras disciplinas, subiendo así nuestro nivel de conocimiento y de expresión a la comunidad médica, para poner de relieve que realmente estamos hablando de fisiología del ejercicio aplicada a una fisiopatología como la obesidad”.

“Además como científicos tenemos el reto de ser capaces de divulgar a nivel social, pero superando el mensaje típico y obsoleto de ‘come menos y gasta más’, el cual sabemos que es equivocado, ya que hay muchos pacientes a los que esta fórmula simplista no les ayuda en absoluto a resolver su problema (hígado graso, diabetes y otros trastornos metabólicos)”, concluyó el especialista.

Active breaks a lo largo del día

Otras cuestiones debatidas durante el congreso fueron las concernientes a la importancia de que la prescripción de ejercicio sea una realidad de facto en la práctica clínica y el reto de conseguir cumplimiento terapéutico. De acuerdo con los expertos, una de las tendencias mejor posicionadas en este sentido es la referente a los active breaks o “snacks de ejercicio”, esto es, realizar actividades de corta duración y de media a alta intensidad a lo largo del día o de la jornada laboral. César Bustos, vocal de la Sociedad Española de Obesidad, comentó que varias investigaciones han demostrado que actividades tan simples como subir tres veces un tramo de 60 escalones o entrenamientos de solo un minuto de duración pueden aumentar el equivalente metabólico de la capacidad cardiovascular y el fitness cardiorrespiratorio, lo que ayudaría a reducir entre 13% y 15% el riesgo de enfermedad cardiovascular y mortalidad por todas las causas.

“El fitness cardiorrespiratorio es la capacidad de realizar una actividad física y se ha demostrado que se trata de un predictor de riesgo de mortalidad más poderoso que los factores de riesgo tradicionales, como hipertensión, tabaquismo, obesidad, hiperlipidemia y diabetes de tipo 2”, apuntó. El experto agregó que estas evidencias sobre los beneficios de los snacks de ejercicio son especialmente relevantes en el contexto actual, en el que por un lado la falta de tiempo es el principal inconveniente alegado por las personas con obesidad para no realizar actividad física de forma regular y, por otro, la prescripción de ejercicio físico es considerada la principal medida preventiva de la obesidad y sus enfermedades asociadas.

“Asimismo, el ejercicio es un complemento esencial a los diferentes tratamientos y estrategias dirigidas a manejar la obesidad y mantener las reducciones de peso a largo plazo. Sin embargo, el cumplimiento de los pacientes de las medidas recomendadas para mantenerse activos sigue siendo escaso, un déficit que es superable con la adopción de los snacks o pequeñas píldoras de ejercicio, que se han convertido actualmente en la herramienta más eficaz para lograr este objetivo”, destacó. También, y en la misma línea que otros expertos, Bustos hizo hincapié en la importancia del entrenamiento combinado (fuerza y cardiovascular dentro de la misma sesión): “Se trata sin duda de la modalidad más efectiva, como reflejan metaanálisis recientes. Y también hay una segunda modalidad en cuanto a efectividad para la mejora cardiometabólica de los pacientes con obesidad a tener en cuenta: el entrenamiento de tipo híbrido, incluyendo juegos, combas y aparatos diferentes”.

Exerquinas y polipíldora

Antonio García-Hermoso, especialista en actividad física y deporte de Navarrabiomed, Hospital Universitario de Navarra, hizo una actualización de las últimas evidencias sobre las exerquinas, moléculas que se liberan durante la práctica de ejercicio y cuyo estudio supone actualmente un paradigma que intenta analizar y entender la compleja red de interacción existente entre los distintos sistemas de respuesta al ejercicio físico. También señaló que en el caso concreto de la obesidad y la diabetes de tipo 2 la investigación se centra en la manera en la que el ejercicio puede impactar en los niveles de exerquinas de los pacientes y cómo estas pueden afectar al control cardiometabólico. “Los resultados demuestran que estas moléculas se asocian a múltiples beneficios, entre ellos una mejora de la sensibilidad a la insulina y de la homeostasis de la glucemia. En cuanto a la obesidad, se ha visto que la práctica regular de ejercicio físico reduce los niveles de interleucina-6, lo que tiene un efecto positivo sobre la inflamación que presentan estos pacientes, asociándose también a un aumento de la lipólisis y de la utilización de los ácidos grasos”.

García-Hermoso consideró que el estudio de las exerquinas avala la importancia de hacer una prescripción individualizada de la pauta de ejercicio físico, de forma similar a lo que ocurre con la dieta o los fármacos. El especialista puso destacó la importancia del factor intensidad, “que es incluso más importante que el tipo de actividad física, teniendo en cuenta que el ejercicio intenso activa mecanismos fisiológicos tan interesantes como el aumento de los niveles de lactato en sangre, lo que a su vez favorece la inhibición de la señalización de la grelina, asociada al apetito. Por tanto, a mayor intensidad de ejercicio más lactato y mayor inhibición de las ganas de comer posentrenamiento”. “Hay que tener claro que el ejercicio es una polipíldora con muchas ventajas y una de ellas es precisamente que aun cuando se practique en poca cantidad, si se aumenta su intensidad los beneficios para la salud aumentan considerablemente”, concluyó García-Hermoso. Butragueño, Ph. D., Bustos y García-Hermoso han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.

Fuente: https://espanol.medscape.com

Referencia: Donante FI, Sánchez-Oliver A, Benito P, et al. Guía para el diseño de programas de intervención en población con obesidad: Documento de Posicionamiento del Grupo Ejercicio Físico de la Sociedad Española de Estudio de la Obesidad (SEEDO) (Guide for designing intervention programs for populations with obesity: Positioning Document by the Physical Exercise Group of the Spanish Society for the Study of Obesity (SEEDO). 2023;50:33-49.