LA HUMANIDAD HA ENGORDADO SEIS KILOS POR PERSONA DESDE 1985

La epidemia de obesidad y sobrepeso que azota al planeta se está cebando con los pueblos, según sugiere el mayor estudio realizado hasta la fecha sobre el índice de masa corporal mundial. La investigación, firmada por más de un millar de científicos, ha analizado el peso y la altura de más de 112 millones de personas en prácticamente todos los países entre 1985 y 2017. Los resultados muestran que el índice de masa corporal ha aumentado una cantidad equivalente a que cada persona engordase unos seis kilogramos. Más del 55% de este incremento se debe al sobrepeso y la obesidad en las zonas rurales. En algunos países pobres o de ingresos medianos, este porcentaje llega al 80%.

“Hemos visto lo contrario al paradigma”, ha subrayado el epidemiólogo Majid Ezzati, uno de los autores principales, en una conferencia de prensa. Durante décadas, la comunidad científica ha pensado que la epidemia mundial de obesidad y el crecimiento de las ciudades iban de la mano. Los datos muestran otra realidad. “En los países de altos ingresos, en realidad es más fácil, en muchos aspectos, comer de manera saludable en las ciudades, porque hay alimentos frescos disponibles y quizá más baratos, y también hay más instalaciones deportivas”, ha reflexionado Ezzati, del Imperial College de Londres.

El estudio, publicado este miércoles en la revista Nature, revela que el índice de masa corporal ha aumentado en promedio 2,1 kilogramos por metro cuadrado desde 1985 en las zonas rurales, tanto en mujeres como en hombres. Sin embargo, en las ciudades ese incremento se ha reducido a 1,3 en mujeres y 1,6 en hombres. El índice de masa corporal se calcula dividiendo el peso en kilogramos por la estatura en metros al cuadrado.

El epidemiólogo Napoleón Pérez, coautor del trabajo, subraya que, más allá de las tendencias globales, hay que mirar la letra pequeña en cada país. “En algunos países occidentales, como España, la diferencia entre las zonas rurales y las urbanas es casi ridícula”, expone Pérez, de la Universidad de Málaga. En una docena de países europeos, de hecho, el índice de masa corporal de las mujeres no ha subido, sino que ha descendido ligeramente desde 1985. España, Portugal, Grecia, Italia y Francia se encuentran entre estos países con menor sobrepeso femenino.

En Honduras y Egipto, por el contrario, las mujeres han ganado unos preocupantes cinco kilogramos por metro cuadrado. En cuanto a los hombres, su índice de masa corporal ha aumentado en todos los países, con picos de más de 3,1 kilogramos por metro cuadrado en Perú, China, República Dominicana y EEUU.

Los autores del trabajo creen que es “urgente” facilitar el acceso a alimentos saludables, “para evitar que la desnutrición rural en los países pobres sea sustituida por una malnutrición con un consumo excesivo de calorías de baja calidad». En 2016, la Organización Mundial de la Salud hizo un llamamiento para que todos los países del mundo implantaran un impuesto del 20% a las bebidas azucaradas, vinculadas a la epidemia global de obesidad y diabetes.

El epidemiólogo Napoleón Pérez aplaude medidas como el anunciado etiquetado frontal Nutriscore, una especie de semáforo que permitirá distinguir los alimentos saludables y los nocivos de un vistazo. “Y hay que regular al máximo la publicidad dirigida a los niños. Que no estén engatusados por cosas que no se pueden llamar ni alimentos”, remacha Pérez.

El nuevo estudio constata chocantes diferencias entre países. Las mujeres que viven en zonas rurales de Bangladés son una excepción a la tendencia general. Su índice de masa corporal es de apenas 17,7 kilogramos por metro cuadrado, frente a los 35,4 registrados en las mujeres urbanitas de Samoa Americana, un territorio del Pacífico Sur vinculado a EE UU. En cuanto a los hombres, los habitantes de las zonas rurales de Etiopía tienen el récord inferior, con 18,4 kilogramos por metro cuadrado, frente al máximo de 34,6 observado, de nuevo, en Samoa Americana.

El estadístico Miguel Ángel Martínez Beneito es escéptico con las conclusiones del nuevo trabajo. “Quizá no está aumentando la obesidad en las zonas rurales, sino que los municipios rurales son cada vez menos rurales”, matiza el investigador, de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunidad Valenciana. “Hace 30 años, los municipios rurales eran muy rurales, con escasez de medios, con hambre. Pero ahora muchos son miniciudades con unos pocos miles de personas y medios similares”, señala.

Para Antonio Cabrera, epidemiólogo de la Universidad de La Laguna y coautor del trabajo, los resultados mandan un mensaje político. «El mundo rural en casi todo el planeta ya cuenta con dinero para comprar comida. Ya no está desnutrido, está malnutrido. Los programas de ayuda internacionales se tienen que concentrar en luchar contra la malnutrición, no contra la desnutrición», reflexiona.

La epidemia de obesidad y sobrepeso que azota al planeta se está cebando con los pueblos, según sugiere el mayor estudio realizado hasta la fecha sobre el índice de masa corporal mundial. La investigación, firmada por más de un millar de científicos, ha analizado el peso y la altura de más de 112 millones de personas en prácticamente todos los países entre 1985 y 2017. Los resultados muestran que el índice de masa corporal ha aumentado una cantidad equivalente a que cada persona engordase unos seis kilogramos. Más del 55% de este incremento se debe al sobrepeso y la obesidad en las zonas rurales. En algunos países pobres o de ingresos medianos, este porcentaje llega al 80%.

“Hemos visto lo contrario al paradigma”, ha subrayado el epidemiólogo Majid Ezzati, uno de los autores principales, en una conferencia de prensa. Durante décadas, la comunidad científica ha pensado que la epidemia mundial de obesidad y el crecimiento de las ciudades iban de la mano. Los datos muestran otra realidad. “En los países de altos ingresos, en realidad es más fácil, en muchos aspectos, comer de manera saludable en las ciudades, porque hay alimentos frescos disponibles y quizá más baratos, y también hay más instalaciones deportivas”, ha reflexionado Ezzati, del Imperial College de Londres.

Los autores piden «evitar que la desnutrición rural en los países pobres sea sustituida por una malnutrición»

El estudio, publicado este miércoles en la revista Nature, revela que el índice de masa corporal ha aumentado en promedio 2,1 kilogramos por metro cuadrado desde 1985 en las zonas rurales, tanto en mujeres como en hombres. Sin embargo, en las ciudades ese incremento se ha reducido a 1,3 en mujeres y 1,6 en hombres. El índice de masa corporal se calcula dividiendo el peso en kilogramos por la estatura en metros al cuadrado.

El epidemiólogo Napoleón Pérez, coautor del trabajo, subraya que, más allá de las tendencias globales, hay que mirar la letra pequeña en cada país. “En algunos países occidentales, como España, la diferencia entre las zonas rurales y las urbanas es casi ridícula”, expone Pérez, de la Universidad de Málaga. En una docena de países europeos, de hecho, el índice de masa corporal de las mujeres no ha subido, sino que ha descendido ligeramente desde 1985. España, Portugal, Grecia, Italia y Francia se encuentran entre estos países con menor sobrepeso femenino.

En Honduras y Egipto, por el contrario, las mujeres han ganado unos preocupantes cinco kilogramos por metro cuadrado. En cuanto a los hombres, su índice de masa corporal ha aumentado en todos los países, con picos de más de 3,1 kilogramos por metro cuadrado en Perú, China, República Dominicana y EEUU.

Los autores del trabajo creen que es “urgente” facilitar el acceso a alimentos saludables, “para evitar que la desnutrición rural en los países pobres sea sustituida por una malnutrición con un consumo excesivo de calorías de baja calidad». En 2016, la Organización Mundial de la Salud hizo un llamamiento para que todos los países del mundo implantaran un impuesto del 20% a las bebidas azucaradas, vinculadas a la epidemia global de obesidad y diabetes.

«Hace 30 años, los municipios rurales eran muy rurales, pero ahora muchos son miniciudades», subraya el estadístico Miguel Ángel Martínez

El epidemiólogo Napoleón Pérez aplaude medidas como el anunciado etiquetado frontal Nutriscore, una especie de semáforo que permitirá distinguir los alimentos saludables y los nocivos de un vistazo. “Y hay que regular al máximo la publicidad dirigida a los niños. Que no estén engatusados por cosas que no se pueden llamar ni alimentos”, remacha Pérez.

El nuevo estudio constata chocantes diferencias entre países. Las mujeres que viven en zonas rurales de Bangladés son una excepción a la tendencia general. Su índice de masa corporal es de apenas 17,7 kilogramos por metro cuadrado, frente a los 35,4 registrados en las mujeres urbanitas de Samoa Americana, un territorio del Pacífico Sur vinculado a EE UU. En cuanto a los hombres, los habitantes de las zonas rurales de Etiopía tienen el récord inferior, con 18,4 kilogramos por metro cuadrado, frente al máximo de 34,6 observado, de nuevo, en Samoa Americana.

El estadístico Miguel Ángel Martínez Beneito es escéptico con las conclusiones del nuevo trabajo. “Quizá no está aumentando la obesidad en las zonas rurales, sino que los municipios rurales son cada vez menos rurales”, matiza el investigador, de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunidad Valenciana. “Hace 30 años, los municipios rurales eran muy rurales, con escasez de medios, con hambre. Pero ahora muchos son miniciudades con unos pocos miles de personas y medios similares”, señala.

Para Antonio Cabrera, epidemiólogo de la Universidad de La Laguna y coautor del trabajo, los resultados mandan un mensaje político. «El mundo rural en casi todo el planeta ya cuenta con dinero para comprar comida. Ya no está desnutrido, está malnutrido. Los programas de ayuda internacionales se tienen que concentrar en luchar contra la malnutrición, no contra la desnutrición», reflexiona.

Fuente: https://elpais.com

Referencia: NCD Risk Factor Collaboration (NCD-RisC). Rising rural body-mass index is the main driver of the global obesity epidemic in adults. Nature 2019;569:260-264.