REDUCIR LA VELOCIDAD PARA COMER MENOS: HACIA ESTRATEGIAS SENCILLAS PARA PREVENIR LA OBESIDAD

Las investigaciones sugieren que los cambios de comportamiento, como masticar más y tomar bocados más pequeños, pueden marcar una gran diferencia a la hora de prevenir comer en exceso.

Las estrategias de prevención de la obesidad a menudo se centran en la dieta, pero los comportamientos alimentarios también desempeñan un papel fundamental. En un estudio reciente, investigadores de Japón investigaron los factores que influyen en la duración de las comidas, incluidas las diferencias de sexo, los patrones de masticación y las señales rítmicas. Sus hallazgos sugieren que comer más lentamente (aumentando las masticaciones por bocado o utilizando señales rítmicas lentas) puede ayudar a reducir la ingesta de alimentos. Estos conocimientos podrían informar estrategias prácticas y de bajo coste para la prevención de la obesidad al promover hábitos de alimentación más lentos en la vida diaria.

La obesidad está relacionada con numerosas complicaciones de salud, como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y la enfermedad del hígado graso. En un mundo en el que las tasas de obesidad siguen aumentando, los investigadores buscan constantemente soluciones eficaces y accesibles para esta crisis sanitaria mundial. Curiosamente, en las últimas décadas, los científicos han empezado a centrarse no solo en lo que comemos, sino también en cómo lo comemos. Aunque se ha prestado mucha atención al contenido dietético y a la ingesta calórica, nuevas investigaciones sugieren que los hábitos alimentarios (como la duración de las comidas, la velocidad de masticación y el número de bocados) pueden tener un gran impacto en la cantidad de alimentos que consumimos. Estudios previos han indicado que las personas que comen más despacio tienden a consumir menos alimentos en general, pero han faltado directrices específicas basadas en la evidencia sobre cómo comer más despacio de forma eficaz. Esto es especialmente cierto en Japón, donde los hábitos alimentarios difieren de las normas occidentales.

En este contexto, un equipo de investigación dirigido por el profesor Katsumi Iizuka, del Departamento de Nutrición Clínica de la Universidad de Salud de Fujita (Japón), realizó un estudio para identificar los factores que influyen en la duración de las comidas y los hábitos alimentarios. Su artículo, coescrito por la Dra. Megumi Aoshima y la Dra. Kanako Deguchi de la Universidad de Salud de Fujita y publicado en el Volumen 17, Número 6 de la revista Nutrients el 10 de marzo de 2025, explora factores como las diferencias de sexo, los patrones de masticación y los estímulos rítmicos externos, y su relación con la forma en que consumimos nuestras comidas. Si bien la ciencia nutricional suele centrarse en el metabolismo y la absorción de los alimentos, así como en el contenido dietético, en Japón existe poca evidencia sobre la conducta alimentaria que los relacione. Esto me intrigó a estudiar la conducta alimentaria, que implica diferencias de género, explica Iizuka. El estudio incluyó a 33 participantes sanos de entre 20 y 65 años, a quienes se les pidió que comieran porciones de pizza en diferentes condiciones. Los investigadores midieron la duración de la comida, el número de masticaciones, el número de bocados y el ritmo de masticación (la velocidad de masticación), observando cómo estas variables cambiaban al exponer a los participantes a diferentes ritmos de metrónomo con auriculares.

Los resultados revelaron diferencias significativas entre hombres y mujeres en cuanto a la conducta alimentaria. Las mujeres, por lo general, tardaban más en comer, con un promedio de 87 segundos, en comparación con los 63 segundos de los hombres. También masticaban más (promedios de 107 frente a 80) y daban más bocados (4,5 frente a 2,1). Sin embargo, el ritmo real de masticación era similar entre ambos sexos. Al ajustar las diferencias de sexo, la duración de la comida se asoció positivamente con el número de masticaciones y bocados, pero no con el índice de masa corporal ni con el ritmo medio de alimentación. Quizás lo más interesante es que, cuando los participantes se expusieron a un ritmo lento de metrónomo de unas 40 pulsaciones por minuto, la duración de sus comidas aumentó significativamente en comparación con comer sin estimulación rítmica.

El estudio sugiere varias estrategias sencillas para prolongar la duración de las comidas: aumentar el número de masticaciones por bocado, dar bocados más pequeños (lo que, naturalmente, aumenta el número total de bocados por comida) y, potencialmente, crear un entorno para comer más despacio mediante música relajante o señales rítmicas. “Estas son medidas sencillas y económicas que pueden implementarse de inmediato para ayudar a prevenir la obesidad”, afirma Iizuka, destacando las implicaciones prácticas de los resultados. Estos hallazgos son especialmente relevantes para la orientación nutricional y los programas de prevención de la obesidad. En lugar de centrarse únicamente en el contenido de los alimentos, las intervenciones podrían incorporar orientación sobre los hábitos alimentarios y los factores ambientales que promueven una alimentación más lenta. “Incorporar los hábitos alimentarios propuestos en los almuerzos escolares y otros programas puede contribuir a la prevención de futuras enfermedades relacionadas con la obesidad”, señala Iizuka.

Los investigadores reconocen que estudios futuros deberían probar estos hallazgos con una variedad de alimentos más allá de la pizza para confirmar su aplicabilidad en diversos escenarios alimentarios. No obstante, esta investigación proporciona valiosas estrategias basadas en la evidencia que podrían incorporarse de inmediato a los programas de prevención y tratamiento de la obesidad, sin un coste ni una complejidad significativos. Se espera que estos esfuerzos contribuyan a difundir consejos prácticos para prevenir y abordar la obesidad y minimizar su impacto en la salud a largo plazo.

Fuente: Universidad de Salud de Fujita 

Referencia: Aoshima M, Deguchi K,Yamamoto-Wada R, et al. Greater numbers of chews and bites and slow external rhythmic stimulation prolong meal duration in healthy subjects. Nutrients 2025,17(6),962.